Desde pequeña mi vida ha girado en torno a la danza y al movimiento, siempre ha sido mi motor y mi deseo. He crecido y me he formado con profesionales y sobre todo he conocido a grandes personas que han alimentado mi trayectoria, una trayectoria curiosa de lo particular, de los lenguajes más contaminados pero con una gran pureza en su contenido. Y nutriéndome de todo esto, he ido elaborando con los años mi propio lenguaje escénico dirigido fundamentalmente a los niños y niñas, un lenguaje que se ha simplificado hasta convertirse en un “juego escénico” o un juego en la escena.

Seguramente no hubiera llegado hasta ahí de no haber desarrollado de manera paralela un trabajo docente con niñas y niños y personas adultas: deseo de transmitir una atención sensible hacia el cuerpo, compartir el disfrute y el placer que produce el movimiento. En estos momentos estas dos vertientes de mi trabajo están muy vivas y presentes en mi, y más que nunca, las coloco en lugares muy diferentes: exhibir y compartir “mi juego”, protegiendo el de los demás.